El MDF es como una madera hecha de polvo, pegada y prensada. Es fuerte, pero no le gusta el agua. Si se moja demasiado, se hincha y se deforma. Imagínate una esponja, si la mojas mucho, se pone grande y blanda. Lo mismo pasa con el MDF.
Si necesitas usar MDF en un lugar húmedo, hay que protegerlo con pintura o barniz. Así se crea una capa que repele el agua. Es como poner una capa de plástico sobre la esponja. ¡Así el MDF se mantiene seco y fuerte!
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